Iniciativas Musicales

Iniciación Musical II

De 6 a 7 años

Iniciación musical II + instrumento

La educación musical general que se propone es accesible a todos los niños, dotados o no, a partir 1 año de edad aproximadamente. Asegura, gracias a sus bases ordenadas y vivas, un desarrollo del oído musical y del sentido rítmico, precediendo y preparando la práctica del solfeo, el instrumento o cualquier disciplina musical.

Las bases psicológicas de una educación de este tipo no se limitan a las clases de iniciación musical de los mas pequeños o de los cursos pre-solfeo o pre-instrumento que les siguen; tienen todo su valor y su importancia en la integración de la música viva en la escuela y en toda práctica musical, vocal e instrumental, sea profesional o no.

En este periodo es conveniente vivir cada vez más conscientemente la ordenación de los elementos musicales fundamentales. Las simultaneidades serán vividas primero colectivamente y después de forma individual. El pasaje de lo concreto a lo abstracto debe realizarse de una forma homogénea.

Antes de empezar la práctica del solfeo o de un instrumento, los niños deberían realizar clases de iniciación musical. Estas clases, que se basan ante todo en el desarrollo de todas las cualidades innatas en el niño, como por ejemplo el instinto rítmico y la audición, consta de varios elementos de trabajo. Citamos aquí los principales:

  • Un material auditivo variado, que considere los diversos aspectos del sonido, de la audición y del ritmo. Se trata, en primer lugar, de que el niño aprenda a escuchar (hay incluso una escucha rítmica) y después a reconocer, reproducir, emparejar objetos sonoros (campanitas, carrillones intratonales, etc.) y a clasificarlos.
  • Los “palmeos” para desarrollar el instinto rítmico, base de la métrica y del cálculo métrico vivos. Pensemos en el hecho de que la mayoría de los ritmos instrumentales se ejecutan con las manos.
  • Las canciones, escogidas siguiendo objetivos pedagógicos de cara a la práctica del solfeo y del instrumento. Se sobreentiende que, ante todo, deben ser bellas.
  • Un vocabulario de términos musicales que se empleen desde el primer momento, sin teoría, como simple denominación de los elementos concretos (sonidos agudos, los nombres de las notas, los intervalos, los cuatro modos rítmicos, etc)
  • La escala diatónica de siete sonidos, es decir, la escala que corresponde a nuestra época y no, por ejemplo, los modos del canto llano, los modos pentatónico, hexatonal, dodecafónico u otros. Pero que quede claro desde un punto de vista global, que es el propio de la vida sin toma de conciencia, el niño puede cantar en muchos de estos modos. Consideramos la escala diatónica, un conjunto de intervalos que se forman a partir de un sonido inicial (tónica). Esta escala forma una serie regular de grados.
  • Tres símbolos principales para los sonidos: do, re, mi, etc,.para los nombres de las notas; las cifras romanas para los grados ( I, II, III, etc.) y las cifras árabes para los intervalos (1ª, 2ª, 3ª, etc.) . Los símbolos para los valores rítmicos siguen siendo los tradicionales.
  • Una manera de llevar el compás natural, no estereotipada, pero metódica.
  • Una serie de marchas características o de movimientos naturales, destinados a hacer sentir el ritmo fisiológico y, sobre todo, el sentido del tempo.

Para centrar a los alumnos en los elementos musicales propiamente dichos, dejamos de lado a la gimnasia, la rítmica, la mímica, la coreografía y la danza, todas ellas buenas y útiles, pero que ya tiene su sitio en otros ámbitos, como las escuelas infantiles o las clases especializadas.

El canto debe practicarse cada día, aunque sea un mínimo, como lo hacen, o deberían hacer, los maestros, maestras, profesores de iniciación y de formación musical, instrumentistas y profesores de instrumentos.

Se favorecerá la adquisición de automatismos para los nombres de las notas y para la calidad de la voz y la pronunciación.

Poco a poco se trabajará en la denominación de los principales fenómenos. Por medio de improvisaciones rítmicas y melódicas vivas y cada vez más estructuradas, se desarrollarán las facultades creativas y expresivas de los alumnos.

Es el momento de comenzar la lecto-escritura y de integrar los primeros signos de caligrafía musical (pentagrama, notas, figuras, claves…)

  • Las clases instrumentales se inspiran en los mismos principios fundamentales haciendo la música antes que el instrumento y la vida antes que la perfección formal. El toque instrumental requiere la participación armoniosa de todo el ser y de su vida interior (dinamismo, sensorialidad, sensibilidad e inteligencia).

La posición del cuerpo, de las manos, de los dedos se regirán por las leyes naturales de la vida con la alternancia del esfuerzo y la relajación. El canto interior y la respiración ocupan un lugar muy importante en el toque instrumental. No se toca con los dedos – por tanto, exteriormente, como se preconiza aún demasiado a manudo – sino por los dedos que están unidos, gracias al sistema nervioso y muscular, al oído, al sentido rítmico y a los diferentes niveles del cerebro, desde el punto de vista de los sonidos, los ritmos, los acordes, los nombres de las notas, etc.

El toque instrumental intervendrá en cuatro apartados diferentes, pero complementarios:

  • El toque del oído, con la reproducción de las canciones o de músicas escuchadas.
  • El toque por la lectura, que puede abarcar la lectura a primera vista, donde el conocimiento del solfeo se une a la práctica instrumental
  • El toque instrumental consagrado a la interiorización y a la interpretación de la literatura musical artística, donde el toque por la lectura, ocupa un lugar preponderante. La elección de las obras, al igual que los estudios y los ejercicios que podrán ser propuestos con el fin de favorecer el dominio y el virtuosismo instrumental, musical y artístico, se realizará en función de la naturaleza del alumno y delos objetivos perseguidos. No se olvidarán los valores sensoriales propios de cada disciplina.
  • La improvisación que reproduce estados de ánimo o en cambio juegos musicales, formando parte del instrumento mismo, voz incluida. La improvisación debe ser practicada desde el comienzo y podemos considerarla, en los niños, como pequeñas invenciones.

La técnica instrumental, a veces externa y mecánica, será poco a poco reemplazada por una actitud musical utilizando las fuentes vitales del ritmo y viviendo las relaciones sonoras, melódicas y armónicas.

Esta actitud desarrollará la musicalidad, partiendo siempre del impulso interior y permitirá obtener progresos instrumentales por la propia música, vivida, sentida y pensada por el “interior”. Se concederá una gran importancia al orden de los sonidos, el orden de los nombres, el orden de las notas, el orden de los dedos y las digitaciones y el orden de las teclas

De igual forma, se esforzará en sincronizar al máximo las diferentes memorias musicales e instrumentales.

La concepción “Willensiana” no parte de la materia, ni de los instrumentos, sino de los principios de la vida que unen la música y el ser humano, dando gran importancia a lo que la naturaleza nos ha dado a todos: el movimiento y la voz. El material sonoro y los instrumentos citados y recomendados siempre deben ser considerados como medios pre-musicales o musicales. No se deben tomar como una finalidad en sí mismos, como sucede muchas veces en la educación musical y aún en ciertos conjuntos instrumentales avanzados. Los instrumentos son un medio al servicio de la música.

El maestro debe estar muy atento respecto a la participación activa y el desarrollo de la inventiva de sus alumnos: se le invita a que se limite a hacer una serie de ejercicios exteriores y superficiales, sino que realice un trabajo en el que, a través de los distintos timbres, ritmos, melodías, armonía primitiva, clásica o moderna, canto, canciones y movimientos corporales, sea capaz de crear momentos vitales, en los que todas sus facultades y la de sus alumnos pueden ser expresadas, compartidas y armonizadas.