Iniciativas Musicales

Grado Elemental

De 8 a 11 años

Grado Elemental

En la educación musical, el canto debe ocupar el primer lugar. Han aparecido grandes movimientos basados casi exclusivamente en el canto. Pero llega un momento en que los que cantan quieren aprender a leer y escribir la música. Esto supone para la educación un punto enormemente delicado y difícil de resolver: hay que poder pasar de lo concreto a lo abstracto, de la vida real y práctica, a lo abstracto, a lo mental, sin perjudicar la vida.

Después de sus experiencias de vida musical, el alumno debe poder entrar en el mundo intelectual de la escritura y la lectura, que son, sin lugar a dudas, actos mentales.

Todos los conocimientos deben basarse en experiencias vitales, que, a su vez, continúan evolucionando, permitiendo así acceder a una síntesis superior. Si lo global es propio de la vida, lo analítico es propio de la toma de conciencia. Estos dos aspectos opuestos y complementarios de la educación encuentran en la música una de sus más significativas ilustraciones.

En nuestro Livre de solfége élémentaire hemos intentado armonizar estos dos aspectos. Por ello preconizamos cursos de “iniciación musical”, que suponen dos grados progresivos, seguidos de un curso de “presolfeo y preinstrumento”. Estos cursos preparan la adquisición de tres órdenes fundamentales: el de los “sonidos”, de naturaleza auditiva, el del “nombre de las notas”, de naturaleza intelectual, y el de las “notas escritas”, de naturaleza visual. La unión entre el orden de los siete sonidos y el orden de los siete nombres debe crear, en la práctica, una asociación automática y rápida, indispensable pata la lectura y la escritura, el dictado musical y la improvisación.

La audición y la lectura por relatividad serán las bases musicales a las que se unirán la audición y la lectura absoluta (los nombres de las notas para la audición y las claves para la lectura).

La lectura se inicia sobre un pentagrama simple sin clave; luego vendrá la pauta total de once líneas (dos pentagramas más una línea central de puntos). Esta pauta tiene incontestables ventajas debido a su simetría y a la posibilidad que ofrece de situar en ella las siete claves. Luego vendrá el pentagrama doble, más conocido. Para que los inicios del solfeo sean más concretos hemos preparado un “franelograma”, que incluye un “pentagrama simple”, la “pauta total”, de once líneas, el “pentagrama doble”, las notas móviles adhesivas, las claves de sol, fa y do, así como líneas adicionales.

El solfeo debe ser siempre vivo, basado en el instinto rítmico, la audición relativa y la participación activa de los alumnos. Por eso es indispensable hacer, como en todos los grados del aprendizaje musical, un mínimo de improvisación. Ésta debe ser rítmica y melódica, primero sin el nombre de las notas, y luego con los nombres, con la ayuda, de vez en cuando, de una cadencia armónica interpretada al piano por el profesor.

Para obtener de los alumnos un funcionamiento psicológico correcto, puramente musical, excluimos el uso de todo elemento extramusical (colores, dibujos, historias, fonomimia manual o corporal) tomado como base o punto de partida de la educación musical y, por lo tanto, del solfeo.

Las teorías deben servir para tomar conciencia de las vivencias musicales. No deben preceder a las experiencias concretas sonoras o rítmicas, sino completarlas.