Iniciativas Musicales

Música para bebés

De 1 a 2 años

¿Será demasiado pequeño?

No, está en la mejor edad.

Una pregunta que a menudo, antes de vivir la experiencia directa dentro del aula, se hacen los padres y madres de los más pequeños. No es que no sea una pregunta legítima: los bebés a veces nos parecen tan frágiles e indefensos que les queremos intentar defender de maravillosas y naturales oportunidades que serán muy útiles en el largo camino de crecimiento que les espera. Durante mucho tiempo el pensamiento común ha sido que los bebés no son “verdaderas” personas si no pequeñas criaturas que se limitan a comer, dormir y a jugar. La investigación moderna ha demostrado que los bebés y los niños pequeños también, son individuos extraordinariamente sofisticados. En realidad, es justo en los primeros años de vida cuando un número elevado de conexiones sinápticas existentes en el cerebro permite que el niño tenga un espacio muy amplio de aprendizaje: el aprendizaje natural que fortalece las potencialidades con las que cada uno de nosotros tiene desde su nacimiento. Desde el nacimiento los niños están sumergidos en un mundo “verbal” lleno de estimulaciones lingüísticas; ninguno de nosotros espera que comprendan o contesten. La contradicción de la madre que se pregunta a si misma si “el niño no será demasiado pequeño” está exactamente en esta fas: ella de hecho habla a su hijo de manera sintácticamente correcta, expresando además conceptos complejos. De esta manera no solo le ayuda a prender sino también a comunicar, pasando por diferentes fases: empezando por un largo periodo de absorción, hasta la lalación espontánea, desde la elección de simples palabras que enfocan una frase entera, hasta la construcción de verdaderas frases, para llegar finalmente la capacidad de expresar a través del lenguaje conceptos, ideas, necesidades…, todo esto gracias a la seguridad derivada de la amplitud del vocabulario que ha construido dentro de estar simplemente escuchando las personas hablar a su alrededor De la misma mera, variedad, repetición y complejidad de los estímulos darán la oportunidad al pequeño individuo de construir y ampliar su vocabulario musical. Lamentablemente en nuestro país, el panorama de los estímulos musicales en los ambientes donde normalmente los niños están aún son muy pobres en cuanto a la variedad: la mayoría de las canciones, rimas infantiles y nanas están en la misma tonalidad (mayor) y en el mismo metro (binario). La consecuencia de esto es que el niño no logra hacer un paso fundamental en el aprendizaje: aprender desde las diferencias. Cuántos más estímulos tenga, su capacidad para discriminar será cada vez mayor, ya que tendrá a su disposición la posibilidad de comparar. Una investigación llevada a acabo en una escuela americana subraya esta afirmación: los niños de tres diferentes clases han sido estimulados musicalmente desde un nacimiento hasta los tres años; el primer grupo solo con el modo mayor, el segundo con los modos mayor y menor, el tercero con mayor, menor, dórico y mixo-lidio. Los resultados indican que la clase que conocía mejor el modo mayor era la tercera, aquella más estimulada con una amplia variedad de modos, en la que los niños pudieron reconocer la diferencia entre el modo mayor y los otros modos, potenciando así el aprendizaje del mismo modo mayor.

En la metodología gordoniana se trabaja a través de modelos con amplia variedad en metros y modos. Los profesores actúan como “padres musicales” dentro de la clase, cantando, recitando ritmos y moviéndose de manera fluida en una atmósfera de gran comunicación. A los niños no se pide “hacer” sino “escuchar y ser” respetando los tiempos, modos e individualidad de cada uno. Superado el estado de absorción en el que el niños “escucha” lo que pasa a nivel musical a su alrededor, él y solo él decidirá entrar en las fases sucesivas, empezando a interaccionar con los profesores que fortalecerán sus respuestas musicales, hasta una verdadera y propia fase de imitación.

Resulta de fundamental importancia la presencia de los adultos (padres o abuelos o personas que tienen un fuerte lazo afectivo con el niño), que participan de manera activa en las clases, reforzando los “modelos” de los profesores, siempre respetando las actitudes y las posibilidades de cada uno. El conjunto de todas estas “aplicaciones” Gordon le llama “guía informal”. Uno de los aspectos innovadores de esta metodología es el concepto de la audiation o pensamiento musical, el niño viene estimulado para “oír” dentro de sí el sonido no físicamente presente en el ambiente, adquiriendo después la capacidad de expresarlo, siempre en momentos diferentes y a veces eligiendo hacerlo fuera del ambiente de la clase. A este propósito el “silencio” se convierte en algo muy importante la posibilidad para el niño de transformar un estímulo en un momento del aprendizaje. El error que muchas veces se puede tener es el miedo a perder la atención de los niños, corriendo el riesgo de empezar una sobreestimulación totalmente inútil y además a veces perjudicial.

Siguiendo por este camino será natural el paso a la tercera fase, la asimilación (perfecta coordinación entre la respiración, movimiento, afinación y ritmo) para llegar a la formalización y codificación (escritura y lectura) de conceptos y noticias que el niño ya tiene en sí, propio como en el camino del lenguaje verbal para un niño no es un problema empezar a escribir y leer palabras y conceptos que ya se conoce el significado. Todo esto no pretende ser una manera de crear muchos “prodigios musicales” todo lo contrario: dado que es tan importante intervenir en el aprendizaje cuando las potencialidades y actitudes son mayores, todo esto significa regalar a los niños una gran oportunidad para hacer de la música lo que es: no necesariamente una profesión, o una pasión, sino un extraordinario medio de comunicación y expresión: para quien la toca, canta o compone y para quien la escucha.