Iniciativas Musicales

Los profesores

A nuestro entender, una de las metas más grandes para los jóvenes pedagogos deseosos de llevar a cabo la nueva educación consiste en liberarse mentalmente de su educación tradicional. Muchos son los principios, las ideas que hay que renovar y, a veces, cambiar de un modo radical. Los psicólogos lo señalaron: estamos en un periodo nuevo, a veces revolucionario, a veces desequilibrado. ¿Cómo encontrar el propio camino? Diremos: ¡busquen la solución en la misma música y en sus relaciones con el ser humano! De la naturaleza tan rica, tan compleja también, de la música puede desprenderse toda una nueva psicología.

Por cierto que hay otros métodos además del nuestro, y entonces es necesario informarse. ¿Cuál lo dejará satisfecho? El que presentamos se propone conducir a los niños, a todos los niños de seis y siete años, a la lectura y a la escritura musicales, es decir, a la alfabetización musical que consideramos como el hecho de poder leer y escribir su lengua materna. La posibilidad de llegar a este resultado existe si se emplean los medios adecuados.

Para el profesor, una de las dificultades psicológicas radica en comprender la naturaleza de la sensorialidad: llegar a percibir los fenómenos sonoros a través del órgano auditivo sin más, sin reacción afectiva o mental. La audición plantea, además, niños que no escuchan demasiado bien y que pueden sentir un rechazo a escuchar. Es tarea del profesor liberar al niño y se alegrará de escuchar a la madre que dice “¿Sabe?, mi pequeño escucha mucho mejor en casa y también en clase”. Porque el fenómeno musical es, en efecto, un fenómeno humano. Sobre todo, hay que desarrollar la sensorialidad entre los cuatro y los cinco años, ¡pero no la inteligencia sensorial!

La audición es, por lo menos, triple: sensorial, afectiva y mental. Hay allí concepciones nuevas que exigen que nos liberemos de la enseñanza tradicional que recibimos. Lo mismo ocurre con la concepción del ritmo que fue confundida con el compás. De igual modo, es necesario llegar a la idea y a la realización del ritmo libre.

Los palmeados que preconizamos “preocupan” a muchos jóvenes pedagogos que no llegan a liberarse de una cierta rigidez, de una especia de reserva del ser “bien educado”. El niños es más flexible. ¿Y pensar que el profesor debe dar el ejemplo!

Es necesario, además, escapar a la tentación de emplear medios extra- musicales. Los inventaron pedagogos bien intencionados para “vivificar” las lecciones de música, ¿pero ignoraron las riquezas infinitas del sonido y del ritmo! Los profesores no deberían desconocer la existencia y la naturaleza de los cursos pre-instrumentales y el pre-solfeo.