La afectividad en la primera educacion
Viernes 2 de febrero de 2024

Hablamos aquí de la primera educación, pero queda bien claro que la afectividad jugará un papel de primer orden o debería jugarlo en toda educación artística.
En las clases de iniciación musical, los niños de tres a seis años están exactamente en el período de desarrollo de las afectividades sensoriales y emotivas. El educador debe tenerlo en cuenta, sobre todo si quiere educar y no simplemente instruir o enseñar. Se trata de emociones, de placer, de alegría. El niño debe ser atraído y debe poder interesarse.
Planteamos como principio que todo el plano intelectual y analítico que será útil, y hasta indispensable para el desarrollo musical general, debe ser postergado hasta la edad de la razón, edad del solfeo y del instrumento. Es necesario asegurar lo concreto. En música lo concreto es rico, múltiple, maravilloso. Debe servir no sólo a la música, sino al ser humano. Los datos cerebrales y abstractos tendrán, así, una base válida. Casi todos los educadores modernos denunciaron el mal que pudo hacer la enseñanza a base de intelectualismo.
¿Cómo es posible que se haya incurrido en errores tan graves? Una razón, entre otras, obedece al hecho de que la teoría dualista, física y psíquica no dio a la afectividad el lugar que debe ocupar entre lo físico y lo intelectual. Los esquemas que presentaremos más adelante muestran con claridad que la afectividad, junto con la melodía en música, debe ser el centro de la educación artística. Esto es tanto más importante en cuanto que, en la mayoría de las tendencias artísticas, cerebrales, modernas, la melodía está excluida, ¡y hasta prohibida! Así, pues, la afectividad es eliminada con total parcialidad y, digámoslo, por lo mismo, el corazón.
El problema se plantea con una agudeza, con una claridad amplificada y también con simplicidad diremos, que volvemos a reunir la música y el ser humano con el cosmos, es decir, con los reinos de la naturaleza. Malraux, lúcido pensador, al hablar de las tres características principales de Occidente, cita, como tercer punto, que abandonamos el cosmos. En lo personal, en nuestra educación musical, le otorgamos un lugar importante. Así como el reino animal se ubica entre el reino vegetal y el reino humano, de la misma manera, la afectividad encuentra su lugar entre el mundo material, físico o fisiológico, y el dominio mental propio del hombre.
Estos datos fueron proporcionados por la práctica de la educación musical primaria y secundaria. Sólo que se trata de una actitud esencialista opuesta a la mentalidad existencialista que reina casi como dueña y señora en la actualidad. Es necesario, pues, cambiar la manera de pensar. Es una necesidad, para no caer en los viejos errores.
Algunos textos de Jean-Jacques Rousseau muestran con claridad la importancia de la sensibilidad afectiva en su propia vida: en Confesiones, libro I, leemos: «Sentí antes de pensar; allí está la suerte común de la humanidad.»
He aquí, creemos, un ejemplo claro de la importancia de la sensibilidad afectiva en la vida, no sólo del comienzo sino del decurso de los años. Podemos afirmar también, una vez más, que la afectividad debe ser la clave de la educación de los niños. Siempre será demasiado pronto desarrollar el intelecto a la edad en que la verdadera inteligencia, es decir, la conciencia mental, característica humana, puede desarrollarse.
Esperamos haber mostrado con holgura la importancia de la educación en los comienzos y las dificultades psicológicas que puede presentar. Si la iniciación está bien realizada, podemos decir que lo principal está hecho y que la continuación de los estudios, si se siguen los mismos principios adaptados a una edad mental más avanzada, será un real placer. El solfeo, la armonía, la improvisación, la composición, tendrán su verdadero sentido: la vida y la conciencia artística.
Esta conciencia, normalmente, debería ser múltiple.
En efecto, se comete un grave error, desde nuestro punto de vista, al creer que la conciencia musical es sólo reflexiva. Esta conciencia, característica del ser humano, jugará un papel principal, pero la real conciencia melódica y la conciencia rítmica reales son de otro orden. De eso hablaremos en otro texto.