Efectos terapéuticos de la música
Lunes 13 de noviembre de 2023

La música representa una significativa fuente de entretenimiento, aprendizaje y bienestar en nuestras vidas, además de actuar como un poderoso estímulo para nuestro cerebro.
Con los avances en técnicas de neuroimagen, como la Resonancia Magnética Funcional, se está comenzando a comprender el funcionamiento de un cerebro típico cuando escuchamos, interpretamos, pensamos y experimentamos la música, así como cómo la estructura y función cerebral pueden ser influenciadas por la formación musical y la experiencia.
En un cerebro sano, existe una extensa red de áreas relacionadas con la percepción auditiva, el procesamiento del lenguaje, la atención y la memoria de trabajo, la memoria episódica y semántica, la función motora, las emociones y los circuitos de recompensa vinculados con el procesamiento musical. Esta red abarca regiones bilaterales que incluyen áreas temporales, frontales, parietales, cerebelosas, límbicas y paralímbicas, entre otras.
A lo largo de la historia, tanto la medicina como la música han contribuido al desarrollo humano. Ambas influyen en el cuerpo, las emociones y el comportamiento, por lo que pueden ser utilizadas con el propósito de mejorar la condición humana. Esta convergencia ha dado lugar a la disciplina profesional conocida como musicoterapia, que implica la utilización de experiencias musicales y las relaciones que se forman a través de ellas para ayudar al paciente a mejorar, mantener o restaurar su bienestar, según la definición del musicoterapeuta estadounidense Kenneth Bruscia.
En la última década, ha surgido un gran interés en utilizar la música como una herramienta terapéutica en la rehabilitación neurológica. Se han desarrollado nuevos enfoques basados en la música para abordar déficits motores, cognitivos, de lenguaje, emocionales y sociales en personas afectadas por diversas condiciones en diferentes etapas de la vida. La musicoterapia se ha aplicado, por ejemplo, en niños y adolescentes con autismo y dislexia, así como en adultos y personas mayores que han sufrido accidentes cerebrovasculares, padecen enfermedad de Parkinson, demencia y epilepsia.
Esta revisión examina la información actual sobre el uso de la música como terapia complementaria, los posibles mecanismos de acción y el espectro de condiciones médicas en las que puede tener aplicaciones beneficiosas.
Desde 1993 en adelante diversos autores como Rauscher, Hughes, Li y los autores de esta revisión han descrito cambios positivos inducidos por la música de Mozart en aminorar los episodios epilépticos en pacientes con epilepsias graves como el síndrome de Lennox-Gastaut y status no convulsivo. El mecanismo de acción no está aclarado, pero se postula una mejor sincronización de la actividad eléctrica cerebral. Esto sucede en especial con la música de Mozart, pero también está descrito en menor manera con obras de Bach, Beethoven y Haydn.
Para autores como Thaut y Sarkamo, no es un tipo específico de música que puede llevar a estos cambios favorables sino la música en sí misma. En nuestra experiencia, la reducción de actividad epiléptica pudo objetivarse incluso estando el paciente en coma en un estado epiléptico no convulsivo refractario, lo que sugiere que la música actúa no necesariamente a través del nivel de alerta o emociones sino también influenciando directamente la corteza cerebral.
En la rehabilitación del ictus, se ha usado música como parte de la rehabilitación y de la terapia de lenguaje, para lograr recuperar la función motora y el lenguaje respectivamente.
La experiencia más importante en accidente vascular, es la de Sarkamo y Cols quienes comunicaron una serie de pacientes con accidente vascular reciente expuestos ya sea a música, audiobooks, o rehabilitacion corriente, por 2 meses, y demostraron mejorías cognitivas y funcionales incluso 6 meses posteriores al término de la intervención.
La terapia de entonación puede ayudar también en la recuperación de afasias no fluentes.