La educación musical instrumental
Viernes 22 de marzo de 2024

La educación musical propiamente dicha se sitúa más allá de toda aplicación instrumental y concierne a los elementos fundamentales de la música: sentido rítmico, oído musical, sentido melódico, nombres de las notas etc.
Generalmente, los padres mandan a sus hijos al conservatorio o a un profesor particular para que aprendan a tocar un instrumento: piano, violín, flauta, etc. Música e instrumento se confunden en su esencia. A menudo, cuando el niño está naturalmente dotado, la práctica de un instrumento puede ser un punto de partida normal, con miras a una carrera musical. Pero hay muchos alumnos jóvenes que no estando particularmente dotados para la música se sienten, sin embargo, impulsados a ella por su propio deseo, o el de sus padres. En tal caso, la práctica del instrumento no sólo no basta sino que puede tener un fin contrario al de la educación musical.
La educación musical propiamente dicha se sitúa más allá de toda aplicación instrumental y concierne a los elementos fundamentales de la música: sentido rítmico, oído musical, sentido melódico, nombres de las notas, grados de la escala, improvisación, conocimientos armónicos. Puede comenzar desde la edad de tres o cuatro años, si el educador dispone de abundante y variado material didáctico auditivo y si, además de dicho material, se ayuda con canciones infantiles y ejercicios rítmicos corporales. Una práctica auditiva y rítmica debe preceder a la teoría musical y asegurar las bases sensoriales, físicas y afectivas de la educación musical. Estas bases conciernen especialmente al aspecto «arte» de la música, al que oponemos aquí el aspecto «ciencia»; en otros términos, la educación opuesta a la instrucción, distinción que tiene gran importancia desde el punto de vista pedagógico.
Claro es que gracias a la ayuda visual que ofrece el teclado, los alumnos menos dotados llegan al sentido muscular, la digitación y, gracias también al planteamiento pedagógico del profesor, a «ejecutar» fragmentos musicales. Este procedimiento digital y visual, exento de musicalidad y que puede, pues, ser aplicado a todo niño, tenga o no aptitudes, ha sido adoptado por muchos profesores en los comienzos del estudio del instrumento.
Algunos profesores, conscientes del peligro que implica la ejecución exclusivamente sensorial, basan la enseñanza del instrumento en la lectura. (El método Duvernoy para piano se titula «Guide du lecteur».) Pero con ello otro peligro acecha al alumno; en efecto, es posible leer visualmente, cerebralmente, sin que intervenga la audición interior. El alumno poco dotado auditivamente puede aprender a leer la música y a realizar en el piano lo que lee, sin preocuparse de la audición interior, clave de la musicalidad. La audición no desempeña más que un papel pasivo, enteramente exterior.
Se entiende pues que la educación musical, en su sentido más completo, comprende la práctica instrumental y, a ser posible, la del canto; para el estudio de la armonía, el piano o el órgano son casi de rigor. A la inversa, toda educación instrumental debiera completarse con una educación musical.
No es fácil, lo admitimos, dar una enseñanza instrumental que sea al mismo tiempo musical. No obstante, el profesor puede trabajar según principios psicológicos que ponen el instrumento al servicio de la música. El alumno del conservatorio estudia, por lo general, solfeo y armonía paralelamente al instrumento. La lectura y la audición, así como el conocimiento rítmico, se desarrollan de este modo fuera de la práctica instrumental; sin embargo, los conocimientos adquiridos en esos cursos, considerados por la mayoría de los instrumentistas como accesorios, sólo se incorporan de manera homogénea a la práctica musical en los alumnos inteligentes y muy dotados
El punto importante reside, pues, lo repetimos, en el valor «educativo» que deberían tener a la vez la práctica instrumental y los cursos llamados teóricos. Para eso es indispensable, sobre todo al principio, hacer que el alumno cante, pues es sobre todo el canto lo que desarrolla la audición interior; hasta cuando toca el piano, el niño puede cantar. En muchos ejercicios técnicos, el alumno puede cantar diciendo los nombres de las notas; así, el proceso musical es completo: une el sonido, el nombre de las notas y la ejecución instrumental. Si se toca una página musical, el proceso total será: lectura, audición, ejecución. Así se llega a una unidad real, orgánica, psicológicamente verdadera, entre la música y el instrumento; la práctica instrumental puede llegar a ser, de este modo, no sólo un verdadero placer o una forma de ganarse la vida, sino también un excelente medio de educación artística y humana, puesto que la educación musical, bien llevada, pone en juego la mayoría de las facultades humanas rectoras.
Es factible comprobar, con verdadera satisfacción, que la mayoría de los métodos modernos de piano, sobre todo en lo que concierne al comienzo de la educación pianística el caso suele ser menos frecuente para los otros instrumentos, se esfuerzan por unir el instrumento a la música viva, al instinto rítmico y al canto, partiendo directamente de canciones populares, escritas sobre tres o cinco notas, y dan las palabras para que el niño pueda cantarlas.
Ya lo hemos dicho: cantando es como el niño llega a aprender, no sólo el fraseo (la respiración), sino también los matices. Evidentemente, no debe atribuirse una importancia exagerada a la expresión en detrimento de las cualidades técnicas de la práctica instrumental, como por ejemplo el toque.
Como muchos alumnos de conservatorios y escuelas de música jamás serán profesionales, es conveniente darles una educación musical que tenga valor humano; en cuanto a los otros, una educación musical bien entendida sólo puede serles beneficiosa, incluso desde el punto de vista puramente instrumental, pues toda buena técnica debe estar basada en la musicalidad.
No hay, pues, que confundir educación instrumental con educación musical, pero es menester asir los lazos por los cuales pueden unirse estas dos disciplinas.
Ahora bien, para llegar a una enseñanza homogénea es menester adoptar principios psicológicos que pongan la música y la técnica instrumental en sus lugares respectivos.